martes, julio 12, 2005

Separación y niños (II): sin culpas

Sigo contándoos -y aburriéndoos- en qué me guiaba para separarme delante de los niños.

b) Librar a los niños -y a todos- de culpas.

Tal y como yo lo veo, cuando una pareja se rompe, ambos tienen parte de culpa. Uno puede haber sido el más simpático, o el más arisco, el más condescendiente o el más prepotente... como sea, pero la culpa de la situación es compartida. Lo que dicho de otra manera significa que, si ambos son culpables, ninguno de los dos tiene la culpa en realidad.

Salvo en casos extremos (el maltrato doméstico, por poner un ejemplo), nadie puede arrogarse el papel de bueno o de malo. Siempre hay quien se lo arroga de forma exclusiva, y siempre se equivoca. Todos tenemos partes de "bueno" y partes de "malo".

Evidentemente, no se puede culpar a los niños. Pero es que, además, culpar a la otra parte de la pareja también es negativo y erróneo. Cada uno debe asumir sus errores, culpas y situaciones; echar balones fuera no es útil y puede ser incluso peligroso (luego hay por ahí odios irracionales y rencillas que acaban amargándole a uno la vida innecesariamente).

En el caso de una pareja con hijos, es mucho más importante librarse de culpas y acusaciones: se acabó compartir la cama y el cariño, pero hay que compartir la responsabilidad de ser padres. En una pareja rota, cuanto más se dejen atrás culpas y rencores, y se abran vías de comunicación y apoyo en la educación y crianza de los pitufos, mejor que mejor.

En resumen: ¿culpas? No, gracias.

¿Y a quién hay que dejar más claro y cristalino el lema "Culpas No"?
Está claro: a los hijos.

Hay que dejar claro a los niños que nadie tiene la culpa. Que es una noticia triste, pero nadie puede ser culpado y castigado por ella. Mucho menos los propios niños. Y ésto no hay que decirlo sutilmente o dejarlo entender en una conversación, no. Hay que decirlo alto y claro, explícitamente; y cuantas veces haga falta, hasta que interioricen el mensaje. De lo contrario, podrían empezar a buscar culpables y acabar autoinculpándose, que es lo peor que les podría pasar en esta situación.

"Lo que ha pasado nos pone tristes a todos; pero nadie lo ha causado ni tiene la culpa: a veces en la vida hay noticias buenas, y otras veces noticias malas, y hay que aceptar ambas; en esta ocasión, es una noticia mala, y lo que debemos hacer es aceptarla y vivir lo más felices posible con lo que tenemos". Dicho así, parece una oda al conformismo y la aceptación del destino. En realidad yo estoy por la labor de que los niños aprendan a no conformarse y luchar por lo que quieran. Pero hay veces que no es posible (la muerte la más obvia, la separación de los padres, en lo que a ellos les concierne, también), y entonces hay que asumirlo sin buscar culpables.

No sé cuántas veces les he repetido a mis hijos que ellos no tienen la culpa. Ni la tenemos su madre o yo. Su madre es la mejor mamá del mundo, y yo intento ser el mejor papá del mundo, a pesar de que hayamos fallado como matrimonio. Y no hay que buscar más, porque no hay más.

Cuando ya me había ido, y hablando del tema con mis dos hijos mayores, en un momento me dijeron que "ellos sabían que nadie tenía la culpa de que nos hubiéramos separado, y por eso su madre y yo seguíamos hablando sin discutir y los teníamos ahora en mi casa, ahora en la tuya". Perfecto: lo habían interiorizado. Objetivo "sin culpas" cumplido.

No hay comentarios: