domingo, enero 26, 2014

Diez página sobre Duna (9/10: Nunca estarás sola)

Todos estos días he ido contando aspectos mas o menos divertidos, momentos importantes, el inicio o el final de la presencia de Duna en nuestras vidas.
Mañana se cumplirán dos años de su fallecimiento, y hoy, casi cerrando este pequeño homenaje en el blog, voy a contar un pequeño secreto: y es que yo tenía un pacto de caballeros con Duna.

Duna, novena página: la promesa.

No recuerdo el momento exacto, ni el contexto, sino las sensaciones. Estábamos solos Duna y yo, y yo me sentía tremendamente solo, a pesar de estar casado, tener un hijo y esperar el segundo (creo que era sobre esa época), y tener una vida social que podía llegar a ser agobiante.
Me sentía solo, seguramente tras una discusión familiar poco antes del desmoronamiento de mi matrimonio y de lo que yo pensaba que iba a ser mi vida los próximos años. 
Pero no estaba absolutamente solo, porque Duna estaba conmigo.

Recuerdo perfectamente un instante... Enjuagándome las lágrimas, cogiendo la cabecita de la perra para agradecerle que estuviera a mi lado incondicionalmente, y hacerle una promesa: que nunca estaría sola, nunca le daría de lado y mi lealtad a Duna sería tan inquebrantable como lo era la suya conmigo.

Hay unas pocas cosas de las que me siento especialmente orgulloso; ninguna tiene que ver con mi vida laboral o política, sino más bien con la familiar y con mis hijos: sin duda, lo mejor que hice nunca.
Como el convenio que blindaba la custodia compartida y que firmé con la tinta original del boli de Lito.
Una de ellas es el haber cumplido mi promesa a Duna. Aunque no lo hubiera hecho ella me habría sido leal, pero no lo habría merecido.

Duna, con una chapita azul en su collar (cuyo significado venía a ser que íbamos a cuidarla siempre)


En Navidad se hacía más explícita nuestra promesa.
Todos los años he cenado donde estuviera Duna en nochebuena, porque entendía que mi hogar no estaba completo si ella no estaba. Entre los años 2007 y 2011, además, la cena de nochebuena era sólo para dos: Duna y yo. A veces he discutido con mi familia (padres y hermano) por la decisión de pasar solo esa noche... cuando en realidad la decisión era la contraria: la de pasarlo acompañado, y además evitar que Duna estuviera sola en un día, digamos, "familiar".
Nochevieja era aún más especial; nochebuena puede ser un largo día, donde incluso podrías cenar con tres grupos distintos; pero nochevieja es sólo un momento. Duna y yo teníamos una tradición para ese momento: Duna estaba a mi lado (con mi mano en su cabeza) o en mis brazos, y al comer las uvas, yo me comía sólo once y le dejaba a ella la duodécima.
AL final de 2012, por primera vez desde que tengo hijos, no pude seguir la tradición: un motivo más para detestar ese año.

Recuerdo una desagradable anécdota en casa, cuando en un embarazo, la madre de mis hijos pensó que Duna podía contagiar la toxoplasmosis (o algo así, ya me he olvidado del nombre) al feto, y que debíamos quitar a la perra del medio. No podía permitir que a ninguno de mis hijos le pasara nada, pero tampoco estaba dispuesto a fallarle a Duna: me cogí días de permiso, y me tiré una semana estudiando sobre el tema, hablando con veterinarios y gente que entendiera de ello, y poder llegar a la conclusión de que era imposible tal contagio.
Aún así, ante las dudas que se me ponían sobre la mesa, declaré que donde estuviera Duna, estaría yo. Que no habían cuatro paredes que pudiera llamar "hogar"si Duna no tenia cabida entre ellas.
Si alguien se pregunta qué hubiera pasado en caso de que el contagio fuera posible, que no tenga dudas: me habría desdoblado, manteniendo dos casas para que Duna siguiera conmigo.

Y recuerdo otra anécdota, más íntima pero más simpática, con las mismas protagonistas: Duna y la madre de mis hijos.
Un tiempo después, hubo una época en que la madre de mis hijos quería que me quedara en su casa y no en la mía (cosas veredes, amigo Sancho), pero ni ella me lo iba a pedir ni yo me iba a quedar a motu propio.
Y entonces ella tuvo una gran idea: cuando llegué a Onda del trabajo, pasé para saludar a los niños y me encontré a Duna en aquella casa (con su camita, sus utensilios de comida, y juguetes), bajo la excusa de que "en mi casa hacía mucho frío y la pobre perra lo pasaría mal". Evidentemente, me quede esa noche en casa de la madre de mis hijos, pero esa es otra historia que debe ser contada en otra ocasión.

La lealtad recíproca entre Duna y yo nos hacía especiales a ambos.
Duna me esperó para morir, el 27 de enero de 2012, a que pudiera acogerla entre mis brazos (supongo que es una triste casualidad, pero me gusta pensar que no es así).
"Nunca estarás sola", le prometí. Y nunca lo estuvo.

Tampoco lo estuvo en el trámite posterior a la muerte; pero eso es otra historia, la que contaré mañana en el blog, hablando del recuerdo de Duna.

jueves, enero 23, 2014

Diez páginas sobre Duna (6/10: Pasear)

Recuerdo una triste epoca en la que casi no salíamos a pasear con Duna, aprovechando que la perra vivía en una casa con terraza (al princpoio de su vida)o en una casa con galería.
AUn asi, cuando despues de 2-3 años sin paseos comenzzamos a pasearla de nuevo, la perra se comportaba estupendamente, esperando a hacer sus necesidades en las horas de paseo. LO cierto es que Duna era mas limpia y aseada que nosotros mismos, a  pesar de no ser humana.

DUrante la segunda mitad de su vida, si que paseaba todos los dñias (dependiendo de mi horario de trabajo, una o dos veces). PEro el paseo de la tarde era inexcusable.

REcuerdo perfectamente como comenzamos de nuevo a pasar con Duna, y porque. VIviamos en la casa grande (un adosado de mas de 200 metos cuadrados si contamos garaje, cerca del antiguo instituto de Onda y que compartia una de las paredes con la que aun hoy es la vivienda de mi hermano).
LA madre de los niños se torció una pierna, y no tuviron mas remedio que enyesarla y decirle que la tuviera en alto la mayor parte del tiempo... de forma que no podíamos hacer muchos planes familiares para ir a sitios divertidos con los niños.
PAra no estar encerrados en casa, se nos ocurrio osalir a dar largos (muy largos)paseos con Duna. 
AHi nació la costumbre, que ya no abandonamos nunca hasta la muerte de la perra, y pasear a Duna (lcasi el 100% de las veces acompañadp de los críos)se convirtió en una divertuida obligfacion diaria.

NOs recorrimos, desde una esquiina de Onda, las tres esquinas restante., y lo que en su día parecio una excusa para matar el tiempo sin estar en casa (era verano cuando ocurrió oel esguince), se convirtió en la parte mas importante del dia,.. los "paseos felices" con Duna.

ALgunas de las historias que he escrito en este viejo blog vienen de los paseos felices con Duna. POsiblemhay dos que de ellos que recuerdo con especial cariño...

LA historia de Piedrñian.
Ya he contado en otra entrada )aqui= la historia de la piedra que recogimos mi hermano y yo borrachos en 1990, haciendonos amigos suyos en una discoteca improvisada para Pascua a 3 kilometros de Onda, y que llevamos en brazos hast casa.
La recuperamos, y la dejamos en unsitio por donde soliamos salir a pasear con Duna, aprovechando para saludarla todos los dias...
Los bichos a rayas. No se a que es debido, pero cuando llovia,o con el calor, soliamos encontrar a lo largo del paseo varios "bichos a rayas" (que no eran otra cosa sino millpies), que los niños solían coger en sus manitas, jugar con ellos, y luego dejar de nuevo amablemente en el jardin o descampado donde los hubieramos encontrado.

Tambien es curioso recordar los acompañantes de los paseos felices con Duna.
LA madre de los hijos, por supuesto se recupero del esguince en la pierna, y acabo apuntandose a la mayoria de paseos, junto con los tres niños y yo. 
OLtro de los que se apuntaban muchas veces era mi hermano Saul, y el perro que recogio dmi hermano y que se convirtio en el mejor amigo de Duna una buena epoca, Cuqui.
TAmbien hablamos en su momento del falecimiento de Ciuqqui, y como hicimos lo posible para salkvarlo y permiti a mis hijos que se despidieran de el, en un tristisimo dia familiar.

Y por supuesto, si me pongo a recordar los paseos felivces con Duna, he de recordar el nacimiento del Comando Piruleta.
JUnto al centro de salud de Onda hbañia un parqe donde podiamos soltar a Duna un rato y que jugara a correr entre nosotros y con los niños, persiguiendonos (una especie de pilla.pilla perruno) o a la caz de una pelota.
ERa uno de los sitios que mas visitabamos en los paseos felices, hasta el punto de que se convirtió en costumbre parar un rato a descansar en ese parque a la vuelta de cualquier paseo )pues estana muy proximo a casa).
AL lado del parque habñia una tauleta, y soliamos comprar una piruleta (de esa rojas con forma de corazxon que estan tan buenas) paa todo slos integrantes del grupo, a excepcion de Duna.
Para referirnos de alguna forma a ese parque (que aun hoy desconozco cual es su nombre real) lo acabamos denominando "parque piruleta", y nosotros que ibamos alli eramos el "comando piruleta".
DUna era Piruguau, la Capitana del Comando.
COmo ya sabeis quien me conozca, luego el "comando piruleta" ha sido la forma simpátia d referirnos a nuestra familia cuando hacemos algo divertido (a fin de cuentas, sera el nombre comercial del grupo autor de los videos Chukychorras y oras tonterias; asi, cuando nos hagamos famosos, recordaremos a Duna como fundadora del Comando).

Los paseos felices fueron, posiblemente, la mejor epoca dela vida de Duna, cuando los niños aun eran pequeños, no estabamos agobiados por divorcios, crisis, trabajo asfixiante o enfermedades... 
Hay veces que recuerdas momentos con tanta intensidad que puedes revivirlos como si estvuvieras alli de  nuevo, y no puedes creer que en realidad duraron solo unos minutos; tambien hay momentos o epocas enm las que, aunque no puedas recordar la sensacion de un instante exacto, si recuerdas la epoca, los olores, la felicidad en conversaciones inrascedntes, la compañia...
RCuerdo cmuhos intsntes con Duna, pero una epoca por encima de todas, la de aquellos paseos felices.
ES curioso comprobar que, busque en el rinconcillo que busque de mi menmoria, Duna estaba allí, Duna formaba parte de esa pequeña historia personal que construñiamos.

TRas la muerte de Cuqui, y mi mudanza debido al divorcio, se acabaron los largos paseos felices con Duna, ya que tuvbe que irme a vivir a la optra punta de Onda (literalmente a la otra punta, en el sitio mñas alejhado de donde vivia anteriormente, aunque la ciudad no sea muy grande que digamos).
Por supuesto, seguimos paseando a Duna, aunque el protagonismo ya no era suyo sino de ir a algun parque a que los niños jugaran, y de paso Duna se venia con nosotros. EL parque de la Casa Roja, el de la Panderola, el de al lado del colegio.....

AUN despues de eso, y durante los dos/tres ulñtimos años de Duna, cambiamos de costumbre, y tras una tarde de debres, juegos o lo que tocara, y justo antes de preparar la cena y cenar, saliamos (generalmente los tres nioños y yo, rara vezx con algun otro acompañañnte) a pasaear por los alrededores de casa, generalmente en algun recorrido que pasara por el parque de tierra de la Panderola, justo detras de casa y que le encantaba a la perra.
Ahora, esos paseos servian para pasar un rato con mis hijos y que me contaran cosas intrascendentes pero que servian para conocerlos un poco mas.
Y Duna, ya mayor y menos marrón, estaba alli, con nosotros.


CUando muere un ser querido, te embarga en algun momento una sensnacion de vacio insoportable.
EN casa paseamos a Duna, sonre las ocho de la tarde, todos los días, y quiza en otrohorario los ultimos 6-7 años.
AL morir Duna, los dias siguientes a las ocho de la tarde no sabiamos que hacer en casa.
NOa habian robado una parte del dia, el paseo del Comando Piruleta.
PIruguau ya no estaba allí.