lunes, enero 20, 2014

Diez páginas sobre Duna (3/10: Su aspecto)

Tras dos páginas algo extensas, escribo ahora una tercera más breve, continuando el pequeño homenaje a Duna, la perra que nos acompañó trece años de mi vida, a punto de cumplirse dos años desde su partida. En esta tercera página, quiero comentar algo tan mundano como el aspecto.
He leído en incontables ocasiones eso de que los perros no nos discriminan por nuestro aspecto, y que a ellos les da igual de verdad si somos altos o bajos, gordos o flacos, guapos o feos, jóvenes o viejos; a Duna, obviamente, le daba igual cómo eramos. Y a nosotros nos daba igual cómo fuera ella... lo que no quita para que nos encantara su aspecto, inquieta, peluda, su flequillo...

Duna, tercera página: 4 kg envueltos en pelo.

Nunca hemos sabido qué mezcla exacta de razas podía ser Duna; ni tenía pedigrí, ni queríamos que lo tuviera, pero es que tampoco podíamos clasificarla en una u otra raza concreta.
Alguien nos comentó, tras verla (no recuerdo quién) que era un cruce entre perro de aguas y pekinés o yorkshire. Evidentemente tienen un aire (son pequeños, van a cuatro patas, tienen hocico...), pero no hemos podido identificarla.
Además, como yo nunca vi a su madre (o padre) ni hermanos, ni idea del aspecto de los mismos y si se parecían a mi perra.

El caso es que Duna era una perra pequeña, muy peluda, de color marrón oscuro (que se fue aclarando con la edad, al final de su vida era mucho más clara, casi grisácea).

Duna de jovencita, fase peluda
Era un perro doméstico (Canis lupus failiaris) como es evidente. Y de sus rasgos podría comentar lo siguiente (aprovechando el leer algo sobre morfología perruna):
- Pelaje doble, cuya capa inferior suave era de un marrón más claro
- Cola en tirabuzón; no sólo no le cortamos la cola, sino que no podríamos haberlo hecho: como comentaba en otra entrada, no consideraba a Duna como mía en el sentido de poder hacer lo que quisiera con ella, y cortarle la cola me habría parecido una mutilación inaceptable
- Un hocico muy poco alargado
- Buena vista, que no perdió nunca; al final de su vida empezaba a tener cataratas, pero muy brevemente y sin llegar a afectarle demasiado la vista. Posiblemente hubiera ido perdiendo facultades, pero el corazón (como ya relaté le falló antes)
(NOTA: Otra cosa es que nadie nos explicamos nunca cómo podía ver la pobre perra si sus propios pelos le tapaban continuamente los ojos -la foto que acompaña la entrada es una buena prueba de ello-; en cualquier caso, la rapidez para coger pelotas al vuelo hacía suponer que la perra, de alguna u otra forma, ver veía)
- Orejas caídas a ambos lados, que (supongo por su morfología) nunca puso tiesas

Duna nunca llegó a pesar 5 kilogramos; a veces se aproximaba (creo que cuando tenía el pelo más largo), pero siempre estuvo -de adulta- entre los 4 y los 4,5 kg.
No estuvo nunca gorda ni delgada, alimentándose de pienso (salvo contadas excepciones) y superando las revisiones que le hacía el veterinario.

Sobre el pelo, lo cierto es que Duna tenía "temporadas de verano" y "temporadas de invierno", ya que una vez adulta la rapábamos del todo cuando venía el calor, y luego le dejábamos crecer el pelo hasta la primavera/verano siguiente.

Depende de la época, a veces nos parecía más graciosa peluda o rapada; no sé cuál era el favoritismo del propio animal, ya que siempre estaba igual de contenta, nerviosa y con ganas de jugar tuviera mucho o poco pelo.

Un aspecto curioso de ella es que, cuando la sacábamos a pasear y quería hacer pipí (qué cursi queda esto...), no se agachaba o levantaba una pata (Duna es una hembra, como es obvio), sino que solía levantar las dos patas a la vez para apoyarlas en una pared/árbol/loquesea y así mear tranquilamente.

Hay dos formas en las que nunca vimos a nuestra perra:
- En la típica posición de ataque (cuerpo echado hacia delante, enseñando todos los dientes, etc., que suelen detallar los artículos sobre actitud canina): en trece años de vida, no recuerdo una sola vez que atacara o pareciera atacar a nadie. A veces podía jugar agresiva con otros perros en el parque, pero se notaba que era un juego
- Embarazada. No le hicimos ninguna intervención para evitar que pudiera quedarse embarazada ni esterilización, pero aún así la pobre Duna no fue montada nunca por ningún perro ni, claro, se quedó preñada (tuvo un par de embarazos psicológicos a lo largo de su vida, tratados con el veterinario)

Y acabo esta entrada con lo más familiar de su físico: el flequillo.
Lo más característico al verla era el flequillo que le caía sobre los ojos; a veces cuando la rapamos le dejábamos ese flequillo porque nos parecía muy simpático y tal.
Quizá en la foto de esta entrada no se aprecie, pero en la que es foto de portada de mi perfil en facebook se ve mejor; y recordando su flequillo, termino la página de hoy.

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