domingo, enero 19, 2014

Diez páginas sobre Duna (2/10: La llegada)

Yo no quería un perro. No tengo miedo a los perros, me gustan y han estado muy presentes en mi vida, pero en octubre de 1998, me negaba en redondo a que entrara un perro en casa.

Lo habíamos discutido en ocasiones mi pareja y yo, que estábamos viviendo juntos desde hacía pocas semanas; ella quería traer un perro, y yo prefería seguir los dos solos en casa. A fin de cuentas, hasta hacía pocos meses habíamos vivido juntos como "unidad familiar" mis padres, abuelos (hasta su fallecimiento) y hermano; y ahora vivía junto a una chica en una casa donde no eramos los "niños": quería disfrutar de ello y no tener responsabilidad ninguna. En realidad, estaba más acostumbrado a tener perros que a tener chicas rondando por casa... hasta que llegó ella.

Duna, segunda página: llegando a casa.

Antecesores de Duna.
No es del todo cierto que no quisiera un perro en casa por la responsabilidad que ello supone; tampoco lo quería por todo eso de que se les coge cariño, y luego te da mucha lástima lo que les pase, y blablabla.
Hasta que llegó Duna, había tenido dos perros en casa; aunque en ningún caso como dueño de los perros o responsable de ellos, sino como niño que jugaba con los que había por casa.

Fevi. Después de mucho tiempo insistiendo, convencí a mi madre -y los restantes miembros de casa- para comprar un perro (como todo niño que en algún momento de su infancia -o preadolescencia en este caso- quiere una mascota).
Fevi se llamaba así por un pastor alemán que había tenido mi madre de niña, y el nombre era la unión de la primera sílaba de sus dos apellidos (Feliu + Villada). Fevi era un Shih-Tzu, y tenía muy mal carácter, gruñía (e incluso nos mordíó alguna vez) y solía estar más interesado en que le dejásemos en paz que en jugar.

Foi. Cuando se murió Fevi (que tenía una salud bastante pocha), mi madre no podía soportar la pena y en casa se compró (de la noche a la mañana) a otro Shih-Tzu. El nombre era una desviación de Fevi, y el animal era absolutamente pacífico, tranquilón y grandote (pesaba al menos el doble que Fevi).
Cuando me fui de casa, y mis padres se mudaron a la casa de campo donde aún viven, se llevaron a Foi con ellos, donde tuvo una vida plácida y una vejez achacosa, hasta que murió un tiempo antes que la propia Duna, ganándole a ella en longevidad.

Mis padres tuvieron -y tienen- otros muchos perros, pero no eran "perros que vivían en casa", y por tanto no se parecen a Duna en la convivencia con ellos.

El debate sobre qué tipo de perro.
Aunque no quería un perro, si que hablábamos a veces sobre la posibilidad de tener uno, qué nos gustaría, y todo eso. Como en casa siempre he tenido libros y más libros perrunos, podíamos buscar por aspecto, carácter y por todo lo que quisiéramos.

Vivíamos en una casa pequeña (70 metros cuadrados), así que lo primordial era que fuera de tamaño pequeño o mediano, todo lo más. Sobre que fuera macho o hembra no recuerdo haber debatido ni la opinión que podíamos tener al respecto.
Al final, creo que la preferencia era un Schnauzer enano, que parecía muy gracioso con su barba y bigotes. Recuerdo haber mirado el precio de un perro de dicha raza... pero, como decía, no quería ningún animal en casa, así que era un debate estéril.

Una miniatura peluda y temblorosa.
En algún día del mes de octubre de 1998, poco antes de Fira d'Onda, comenté con mi pareja que "en todo caso, si entraba un animal en casa, ya no saldría, porque lo que no íbamos a hacer es adoptar un perro para dejarlo tirado" (no lo decía como incentivo para coger un perro, sino al contrario).

Mi novia (habrá que llamarlo de alguna manera) me dijo que necesitaba el coche para no se qué de su familia de Castellón o algo parecido, y se fue con el viejo Rover azul; cuando regresó, ya por la tarde, me dijo que tenía una sorpresa...

...abrió el portón trasero del coche y allí, dentro de una caja de cartón, temblando como una hoja, había un animal muy pequeño, peludo con varios tonos de marrón. Cabía en un bolsillo de la camisa, y era una perra sin pedigrí ni raza conocida.

No recuerdo el día exacto en que llegó Duna a casa; pero puedo visualizar como si hubiera pasado hace sólo un rato a mi novia abriendo el portón y la perra mirando asustada desde su caja de cartón.

Duna de bebé en su nueva casa
Como había avisado, ese día entró en casa para formar parte de la familia, y ya nunca saldría.

9 de septiembre de 1998.
Eso es lo que me dijo la "compradora" de la perra que, a su vez, le habían dicho donde la cogió: había nacido unas seis semanas antes, el 9 de septiembre de 1998.
Parece que unos niños (y sus padres, claro) eran los dueños de la madre, ésta había tenido cachorros, y los vendían por lo que el comprador quisiera dar.
Los cachorros habían sido tres, o quedaban tres sin vender hasta ese momento; mi pareja eligió a Duna entre esos tres vete a saber porqué.
El "precio" era a convenir por miedo de los dueños de que utilizaran a los cachorros para algo perverso; nosotros pagamos 2.000 pesetas por Duna.
El lugar donde nació fue en una vivienda de Almazora, hasta donde fue a comprarla, tras haber visto un anuncio en un "detot" o un periódico similar de anuncios.

A veces -mientras vivía Duna- he pensado en buscar ese anuncio, preguntar o saber qué ha sido de la madre de Duna, de sus hermanos, de la familia humana en cuya casa nació; poder decirles que la cachorra estaba bien cuidada  y la queríamos.
Lo cierto es que nunca lo hice, aunque supongo que tampoco es muy importante.

Duna, el nombre.
El mismo día que llegó a casa, empezamos a pensar en el nombre que debíamos darle.
Debía ser femenino (obvio), corto y sonoro para que el pobre animal lo entendiera bien.

Decidimos que sería un nombre de cuatro letras, empezando por "D" y acabado por "NA".
Nos quedaba: Dana, Dena Dina, Dona y Duna. Y nos decidimos por eliminación...
Dana no; conocíamos a alguna chica que se llamaba así y un transexual israelí con ese nombre acababa de ganar Eurovisión.
Dena no; era el que menos nos acababa de gustar de los cinco, aunque fue finalista.
Dina no; me sonaba a la denominación de los folios o doble folio (DIN-A-4, DIN-A-3)
Dona no; ya que significa "mujer" en valenciano/catalán
Duna: nos gustaba, y aunque es el mismo nombre que los montículos de arena en el desierto y tal, como la perra era de color marrón con varias tonalidades, creímos que era incluso mejor.

Y de esa forma llegó Duna a nuestra casa y obtuvo su nombre; mi pareja y yo dejamos de ser sólo dos en casa. Poco después de llegar Duna, se quedaría embarazada (mi novia, no la perra) y nacería mi primer hijo; para entonces ya no seríamos novios sino que nos habríamos casado... pero esa es otra historia que deberá ser contada en otra ocasión.

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