martes, febrero 07, 2006

Zarandajas. Anécdotas juanmiles.

El sábado me tiré todo el día haciendo limpieza a fondo de mi pequeño hogar (son 65 metros cuadrados, pero soy lento limpiando, qué le vamos a hacer).
Resultado: no sé cómo, pero se estropeó el calentador del agua, y ahora no tengo agua caliente en casa. En mitad del invierno, nevando en Onda.
Además, me cargué la persiana de la habitación de los niños, que se quedó casi arriba y sin posibilidades de bajarla o subirla. Contando con que vivo en un primero, y que no tengo cortinas en casa, ahora los niños han de dormir a la luz de una farola que tenemos bien cerquita, y a la feliz mirada curiosa de los transeúntes.

El domingo jugaba con los niños mientras su madre trabajada. Me cargué la única chaqueta decente que tenía, y jugando al fútbol con el mayor, le propiné una patada a un mueble. Resultado: el dedo del medio del pie derecho, de color morado. Qué bien.

El lunes, me fui a trabajar. Llego a las 8 de la mañana, y me dispongo a tomar un café con leche.
Para sumar puntos como "torpe del mes", no se me ocurre mejor idea que tirarme el café encima. Y como mi trabajo está a casi dos horas de mi casa, no podía ir a cambiarme y volver (para eso, ya no volvía en toda la mañana al trabajo). Sobre comprar otra ropa para cambiarme en Valencia, mejor no hablamos (no tengo ni para pipas, así que de comprar ropa...).
Cuando llegué a casa me cambié y tuve que ducharme, of course. Sin agua caliente. En febrero.

Esta mañana iba a coger el tren en Nules, como todos los días. El acceso a Nules desde la Autovía de la Plana (es decir, por donde voy), cortado. Sin indicación de por dónde hay que ir. Resultado: pierdo dos trenes y llego una hora tarde al trabajo. Chiripitifláutico.

Eso sí, he ido por caminos rurales hasta Nules tarareando el "himno a la cerveza" de Montana; que una cosa es estar torpe e ir metiendo la pata, y otra más grave es, además, quejarse de la mala suerte y demás zarandajas inexistentes.

***

Elevada mi queja en este blog, paso a lo que había quedado: contaros tres anécdotas de mi hijo mayor, Juanma.


Una. Mientras comíamos todos juntos un día de éstos, Salvador nos contó diversas gracias de un compañero suyo de clase. La gracia mayor era que a ese compañero "le gustaban las chicas".
Yo le pregunté, siguiendo con la broma, si las chicas le gustaban con sal, o con ketchup.
A lo que contestó Juanma categóricamente: "No hombre no, papá. Ni sal ni ketcchup, le gustarán las chicas... ¡con tetas!".

Dos. Mi hijo anda preguntándose qué quiere ser de mayor, cuestión en la que ha enredado a algún amigo suyo . Ha puesto tres opciones: pirata, aventurero y ... abogado.
(Creo que lo pone porque sabe que yo trabajé de abogado hasta hace unos años; lo que no sé si sabe es que dos de las tres profesiones propuestas coinciden.....ejem).

Tres. Aunque no sé si es una anécdota, pero os la cuento:
Juan Manuel quiere, como su mayor deseo en estos momentos, viajar hasta Fantasía.

Quiere conocer a los dinosaurios Félix, Valiente y Benjamín en la realidad, charlar con ellos sin necesidad de cartas ni cuentos. Y junto a ellos, a todos los personajes de Fantasía de los que ha oído hablar, o se ha imaginado sus aventuras.
Me comenta que está claro que no se puede viajar en coche o avión, sino que sólo se puede hacer a través de la magia. Y como es una verdad incuestionable que la magia existe (no en vano, mágicamente nos llegan cartas de los dinosaurios en cada cumpleaños infantil, conocimos a una hechicera en persona que nos ayudó a encontrar la llave de un teroso en los pies de Mazinger Z, etcétera), pues quiere que, quien sea, haga magia para llevarlos de viaje a Fantasía.

¿Y qué le puedo decir yo a todo esto? Que si encuentra la forma de viajar hasta Fantasía, yo también quiero ir.