martes, marzo 14, 2006

Vivir sin dinero, uh oh oh

Os voy a contar una situación que he visto repetirse en muchas ocasiones durante los últimos siete meses.

Me levanto pronto para ir al trabajo, un poco antes de las seis de la mañana.
Me como un par de madalenas, y me voy a Valencia a trabajar.
Dependiendo de si tengo que trabajar esa tarde o no (hago dos tardes por semana), llegaré de nuevo a casa a las 16:30 o a las 20:30 horas; en cualquier caso, siempre como en Valencia, de lunes a viernes.
Casi no tengo dinero en el bolsillo, y no tengo tanto dinero en el banco como para permitirme sacar un poco y gastarlo.
Así que, para pasar el día, me zampo una barra de pan. Bebo agua, o me relleno un bote de coca-cola con una botella de 2 litros que he comprado en el supermercado para pasar la semana.
Llego a casa donde han estado cuidándome a los críos.

Tengo hambre.
Pero en la nevera no quedan muchas cosas; y no puedo permitirme el lujo de hacer una compra extensa en Mercadona. Quizá, si estamos en los últimos diez días del mes, ya me he quedado a cero y no puedo comprar nada. Incluso puede que, para no estar en negativo, tenga que haber aplazado o haber echado atrás una factura, para pagarla en cuanto cobre a final de mes.

Los niños necesitan comer, cenar, desayunar y merendar en casa; y tener almuerzo que llevarse al colegio. En previsión de que, si cojo alguna cosa para cenar quizá luego no me llegue para hacer una o dos cenas más a los niños, cierro la nevera, doy media vuelta y decido no cenar.

***

El hecho de "no comer, pasando el dia con poco más de una barra de pan, para no gastar la comida que tengo en la nevera, ya que he de alimentar a mis hijos y ya no me queda más dinero para nada", no es algo que entrara en mis planes.

Pero, una vez asumida la situación, me alegro de que haya pasado.

En su día, me comentaban que mi abuela (q.e.p.d.) tenía una gran capacidad de sacrificio, y se demostraba contando cómo ella no comía en la posguerra, para no gastar comida con que alimentar a mi madre.
No estoy en ninguna posguerra, aún podría prescindir de muchos lujos -mientras que mi abuela no tenía más lujo que respirar-, y se podría decir que esta situación me la he buscado yo mismo; además de que no hago sacrificio alguno; para mí, el sacrificio estaría en dejar de tener a mis hijos, no en renunciar a otras cosas para disfrutar junto a ellos.

En su día, acepté un acuerdo de separación con la custodia compartida (las dos palabras más repetidas de mi blog, sin duda). La "cara b" del acuerdo es que los días 1 de cada mes, entre pagos, pensiones, préstamos, hipotecas, cuidado de niños, etc, se me iban 4 de cada 5 euros que gano. Pero era el único acuerdo posible para que mi convivencia con mis hijos no sufriera riesgo alguno.

Dije en su día que ese acuerdo es de lo que más orgulloso puedo sentirme en mi vida. Es un magnífico acuerdo. Y lo sigo pensando, desde luego.

Aunque, para ser sinceros, el mismo acuerdo ha sido criticado severamente por familiares, compañeros y amigos. Siempre con la vista puesta en la cuestión económica, que preconizaba mi "ruina y dificultad económica" de por vida.
He explicado hasta la saciedad qué significa para mí el acuerdo, y cómo, en mi opinión, la custodia y convivencia con los niños no pueden entrar en ningún juego de compensaciones económicas.

***

Es cierto que me he sentido incomprendido; apoyado, pero incomprendido.
Personas que conocen de primera mano la situación (familiares, ante todo) no han podido entenderme. No es que no quisieran, es que no podían.
Demasiados números, materialismo, egoísmo, riesgos y unas ganas incontrolables de guerra, bronca y fastidios, cayera quien cayera, para remediar situaciones injustas. El poderoso caballero don dinero dictando órdenes y actitudes.
Yo he hablado de convivencia infantil, educación, desarrollo psicomotor, juegos, cuentos y muñecos de plastilina; pero he seguido escuchando críticas basadas en el poderoso caballero.



Pues bien, pues vale, pues me alegro.
Chicas, chicos: antes me moriré de hambre que firmaré un solo papel que ponga en riesgo o comprometa el bienestar de mis hijos, entendiendo que mi convivencia con ellos está en ese mismo bienestar.
Y entendiendo que el morirme de hambre (lo que me privaría de la convivencia, claro) es algo que no va a ocurrir ni de casualidad.

***

Además, de todo esto me he llevado un interesante aprendizaje, y un no menos interesante sentimiento.

El aprendizaje acerca de las personas, el materialismo, lo que es importante y lo que no, está implícito en el mensaje, y lo voy interiorizando. Sigo creciendo personalmente, y cada vez me gusto más (y no tengo abuela, por desgracia).

El sentimiento es un profundo desprecio por el poderoso caballero don dinero. Entiendo que necesito dinero para vivir y mantener el equilibrio familiar, pero a partir de un mínimo no me compensa en nada ganar más para vivir menos. Desprecio, dolorosamente, a personas que se preocupan más del dinero que de ninguna otra cosa, o que disfrazan sus preocupaciones de humanas y altruistas hasta que el poderoso caballero se les cruza.

A todos aquellos que en alguna ocasión me hayan dicho que debería arriesgar un poco más el bienestar de mis hijos para tener más dinero y no pasar problemas a fin de mes, os quiero decir una cosa:
Iros a la mierda.

***

¿Por qué cuento todo esto ahora, cuando es una situación que se empezó a dar en agosto del año pasado y ha durado hasta febrero de este año, con sus altibajos?

Lo cuento ahora porque es una situación que se ha acabado.

(MHAWHAWHAWHAW)

Siete meses de vacas flacas que ya han pasado, gracias al nuevo acuerdo, que ya detallaré en su día. Ese acuerdo blinda la custodia, y de rebote me desahoga económicamente.

Si lo hubiera contado antes, quizá os hubiera dado lástima (y no es un sentimiento que yo merezca, que tengo a mis hijos todos los días), o hubiera dado impresión de un heoísmo o reconocimiento que ni quiero ni busco, o quizá alguien me hubiera ofrecido ayuda (y no creo merecerla, de veras; aunque he tenido que aceptar ayuda de las personas que tenía más cerca, siendo mi hermano el primer 'prestatario' del reino).

Ahora puedo contaros todo con la tranquilidad de que es una situación pasada que ha resultado útil, y que no volverá a corto ni medio plazo. A largo plazo quién sabe lo que nos puede ir pasando.

Riámonos y aprendamos de las situaciones difíciles, y compartámoslas delante de unas cervezas (que ahora, jeje, ya me puedo permitir).

***

Un último apunte:
Lo normal es que sintiera vergüenza ante lo que os cuento. Avergonzado de estar sin blanca, pedir dinero a mi hermano para comer, o no cenar para no gastar la comida de la nevera.
Y que prefiriera no contarlo, esconderlo y confesarlo sólo ante personas íntimas, o hacerlo gracias al anonimato de internet. En mi caso no hay anonimato posible, ya que a la derecha hay un enlace con mi nombre y apellido que da a una página personal con una foto de mi careto en la portada (y más escondida, mi famosa foto con Aznar).

Pero es que no siento vergüenza alguna. Ni orgullo, ya que simplemente he hecho lo correcto, y lo que tenía decidido hacer. O bueno, en cualquier caso, estoy más cerca de estar orgulloso de estos meses "sin blanca" que de estar avergonzado.

Quien pueda sentir vergüenza por esto son los mismos a los que he mandado a la mierda anteriormente, ya que antepondrían un montón de duros antes que convivir con sus hijos.

Yo me quedo con el "orgullo" de hacer lo correcto, y el aprendizaje de estos siete meses de vacas flacas.
Y la promesa/intención de seguir contando historias delante de una cerveza.

jueves, marzo 09, 2006

It's my life.

Estos días he firmado un par de acuerdos, a nivel personal, y que son pre-acuerdos de los que vendrán en un futuro, asegurando la aprobación de éstos.

Es estupendo.

Hace un tiempo, en base a un chantaje que ya se ha olvidado (y ante el cual no cedí ni un ápice), estuve pensando en qué hacer. Aún no se ha cumplido un año del "día de la infamia" en mi calendario personal (el robo y calcinación de mi viejo kadett en abril, interesados ver post de esa época), y releí todo aquello que escribía entonces, intentando revivir los cauces por los que me movía.

En aquellos días, iba a escribir en este blog las mismas palabras que escribí cinco días después de la infamia. Y que reproduzco ahora:

No habrá cesión, negociación, solución, diálogo, ni nada posible, que suponga un retroceso en la calidad de vida de mis hijos. No lo habrá. Si alguien que lea esto sabe exactamente de qué hablo (más si cabe si tiene capacidad de actuar) que todo el mundo lo tenga bien claro: no voy a pasar por retroceso alguno en el bienestar de mis hijos.

Eso mismo es lo que ha guiado mi actuación; al chantajista le dije, claramente, que "No" a su chantaje. Han pasado los días, ha cambiado el color del cielo, y he seguido coherente conmigo mismo y con mis hijos.

Ahora, hay varios acuerdos firmados. Ante el notario, ante el banco, y en breve ante el juez.

Entre otras cosas, la custodia compartida está más blindada que nunca, y yo respiro económicamente (cosa que había dejado de hacer en los últimos siete meses). El hacer lo correcto, en este caso, ha tenido su premio.
Es estupendo.


PD.- A ver si me pongo las pilas y escribo con más detalle sobre la vorágine de estos días, que tiene alguna vertiente graciosa.
Y, si me pongo las pilas aún más, y estabilizo mi trabajo, tendré la cuadratura del círculo en mis manos, chicos. Entonces tendré que escribir un post especial sobre mi adscripción fervorosa a la cojonudología, y pagarle a Imperator dos cenas y a Angelina Jolie, o lo que se tercie.
Y además, una vez "cuadrado el círculo", nos vamos a divertir mucho. Todos. Me divertiré yo, se divertirán mis hijos, se divertirá la SGAE, se divertirá cierto partido político, nos divertiremos todos. Ya veréis qué risas.