sábado, julio 29, 2006

El día del examen

Uf, por fin encuentro un rato para escribir. Todos en mi casa duermen: niños, perra, y enanitos o duendes. Todos menos yo, así que voy a actualizar esto un poco.

Ya pasó el segundo examen de las oposiciones de las narices.
Era un práctico, y la verdad es que no tengo ni idea de si me ha podido ir bien o mal. Supongo que habré aprobado, pero no me extrañaría sacar desde un 4 sobre 10 (que me haría media con el primer examen) hasta un 6 ó 7 sobre 10. Y tal vez ninguna de las dos notas me dé los puntos suficientes para tener plaza.

Aquí va una limitada plastoserie de las 24 horas que rodearon al examen del 15 de julio (las pongo para recordarlas y darme cuenta de lo friki y chukichorra que soy):

- llego a las 19:55 del día 14 a casa, después de pasarme el día entero en la Universidad para estudiar y todo eso
- recojo mi bicicleta, recién arreglada y puesta a punto en el taller minutos antes de que cierren (y es que uno de mis objetivos es dejar de ser una pelota andante hinchada de coca-cola)
- me voy para casa a cenar, jugar con los niños y toda la pesca
- les cuento a mis hijos el episodio final de la historia de los dinosaurios, el dragón negro y el dragón de cuatro cabezas, que ha tenido unos 50 capítulos (esto lo tendré que explicar más adelante algún día)
- a dormir
- me levanto a las 7, me ducho y preparo todos mis trastos y amuletos para el examen, entre los que no faltan ni el boli de mi abuelo (ver entrada sobre "Ítaca"), ni el pañuelito rocker
- viene mi hermano a casa y ambos desayunamos dos cervezas con tequila marca Desperado (es una tradición: antes de un examen siempre tomo cerveza)




- me voy a Valencia, donde por supuesto me perderé un poco por las obras, pero llegaré al examen
- de 10 a 13 horas, haciendo el examen de los demonios
- antes de volver a Onda, he de hacer un recado político a mis queridas Nuevas Generaciones del Partido Popular
- vuelvo a casa, y además de montar unos minutos en la bicicleta, me voy con los niños a un bosque cercano a buscar duendes entre los árboles



Aunque no encontramos duendes (sólo flores de pidedeseos, que con toda seguridad nos dejó algún duende de regalo), dí por cerrado en el bosque estos últimos meses en que, si no he estado preocupado y estresado por hache, lo he estado por be. Ale, se acabó.

Ahora, próximamente en sus pantallas: mi semanita de vacaciones, mis planes universitarios (vuelvo a la uni), y otras idas de olla variadas.

martes, julio 11, 2006

Zaragoza. Cinco días.

Este fin de semana estuve en la Asamblea de Mensa en Zaragoza.
Hay muchas cosas que contar, aunque ahora no tengo tiempo, la verdad.

La Asamblea en sí un éxito. Aunque protagonicé el momento gracioso de la misma en el papel de ridiculizado... (nchts, nchts) tuve la suerte de estar sentado junto a rapunzell e imperator :)
Y la discusión sobre los niños que propoció el momento gracioso me ha servido para reflexionar sobre una cosa (además de que yo tenía razón en mi exposición, puñetas!) que ya escribiré después en algún otro post.

Yendo a Zaragoza iba en el tren junto con un señor de Castellón que sabía lo que era Mensa y tenía interés en ella (ya es casualidad), y volviendo compartí vagón con una chica cercana a Mensa que resulta que ha sido mi vecina de finca varios años (ella de casa, yo de trabajo) y la conozco en Zaragoza (y es una lástima, porque es de las personas cuya forma de pensar y actitud vital me resultan de lo más interesante, al estilo de ciertos proctólogos/cojonudólogos).

Y en Zaragoza dormí dos horas y tomé ¿dos? ¿tres? ¿quizá alguna más? cervezas. Ya que he de viajar, he de aprovechar el viaje. Lo mejor, como casi siempre desde que estoy en Mensa, la gente que conoces o que te vuelves a encontrar. A ver si este año acabo yendo a la RAM de una vez por todas.

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Escribo desde un Aula de Informática de la UJI (universidad de Castellón). He venido aquí porque esta semana estoy de vacaciones, ya que el sábado tengo el segundo examencito de la oposición de marras.

Un caso práctico de derecho donde no se podrá llevar la legislación, cosa inédita -que yo sepa- en todas las puñeteras oposiciones que ha habido en la Generalitat Valenciana, y me toca a mí, que si tenía alguna oportunidad era en el caso contrario.
Desde luego, soy el mayor cenizo de la historia de la Humanidad (demostrado en Zaragoza: una tradición que mantenía mi compañero de habitación durante los últimos años, y que no comentaré aquí, pero que es afortunada para quien le acompañe -en este caso, yo mismo. la he roto en esta Asamblea; cenizo del todo, vamos).

Pues aquí estoy, estudiando, o eso se supone.

Me quedan cinco días.