miércoles, octubre 13, 2004

Resfriado.

Muy pocas veces pillo un resfriado. Y cuando lo pillo, salvo excepciones, suele haber un día malo al principio, y el resto voy recuperando poco a poco (sobretodo si el susodicho día malo no salgo de casa y me dedico a vegetar y poco más).
Pues bien. Adivinad: ¿qué día ha podido ser mi "día malo" en mi constipado actual...?

En efecto, ayer, fiesta nacional. Sin salir de casa. Porque, además, llovía (si llego a salir hoy no sólo no vengo a trabajar, sino que les doy trabajo al Hospital o al Depósito de cadáv...estoooo...pues eso).
Y como mi mujer trabajaba, pues me tocaba cuidar de mis inocentes angelitos.
Angelitos que, un día lluvioso y sin salir, se convierten en Godzilla por triplicado.

Aún así, no lo pasamos mal, sino que resultó un tarde de lo más entretenida.
Se me ocurrió hacer manualidades recortando una caja de cartón, comimos palomitas e hicimos fanta mágica (tang, algún día lo explico) mientras veíamos la peli esa del Emperador de Disney.

Sigo pensando lo mismo: si tú estás nervioso mientras cuidas a los niños, ellos estarán más nerviosos, propensos a caerse y a romper cosas y gritar y llorar.
En cambio, si estás tranquilo y agusto, ellos se divierten sin más problemas.
Los niños se contagian de las propias emociones de los adultos con los que conviven. Habrá (hay) que tenerlo en cuenta.

Y hoy, con un enorme dolor de cabeza, ya he venido a trabajar. Con los pinchazos dentro de mi cocorota, añoro aquella época en que la responsabilidad era ir al cole o a la universidad o al instituto, y nada más. Hoy habría dormido, como poco, cinco horas más.

Aix. Qué malito estoy y qué poco me quejo (esta frase quien la dijo?).

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