domingo, enero 22, 2006

Día Veintidós.

Hoy es día veintidós de enero.

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Hace ocho años, yo estudiaba (es un decir) la Diplomatura en Relaciones Laborales en la Universitat Jaume I de Castellón, lo que compaginaba con mi trabajo en mi propio despacho de abogados, que compartía con otros dos colegas.
La mañana del 22 de enero de 1998, fui al Juzgado a presentar unos papeles, y luego me pasé por la Universidad, con la intención de encontrar a alguien y politiquear un rato.

A quien encontré ese día fue a una chica rubia y alta (me sacaba 20 centímetros), que estudiababa Magisterio. Me la presentaron, y acabamos yendo a comer juntos.

Esa misma noche, a las tres de la mañana, me despedía de ella, entre besos, en el portal de su casa.

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Al año siguiente, el 22 de enero de 1999 era un día muy ajetreado en mi familia.
La noche-madrugada anterior, serenata que había contratado mi madre, y preparar los últimos retoques.

Por la mañana, vestirse, ir al peluquero, a la floristería, llamar al coro, limpiar el coche, y un sinfín de cosas por hacer. Casi todos estaban de los nervios; yo, gracias a Dios, tengo mi carácter y estaba bastante tranquilo.

Por la tarde, en la Basílica de la Virgen del Lidón de Castellón, se celebró mi matrimonio.
Con la chica rubia y alta que había conocido justo un año antes.

Ese mismo año (1999) nació mi primer hijo; al año y medio, nació el segundo; y en otro año y medio más, nació el tercero. Junto a la perrita que adoptamos a finales del 98, estaba la familia completa.

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En estos momentos, la historia de amor que comenzó hace ocho años ya no existe.

En el año 2003 se habló de separarnos, pero hubo que esperar hasta mayo del 2005 para presentar una demanda. Y hasta el 1 de julio para que durmiera fuera de casa, haciendo efectiva la separación (aunque la sentencia le da como fecha a ésta el 10 de noviembre).

Una separación terrorífica, y que no recomiendo ni a mi peor enemigo (de esos que, en realidad, no tengo), con vaivenes sobre la custodia compartida. Ya sé que me repito mucho: "custodia compartida, convivencia, custodia, custodia, ...". Disculpadme, pero no puedo resistirme a hacerlo.

De esa historia, me quedan mis hijos, y un aprecio generalizado hacia la chica rubia y alta; pase lo que pase, ella no sólo es la mejor madre de mis hijos (por ser la única madre de mis hijos, y por todo lo demás), sino que ha sido mi compañera durante una parte esencial de mi vida.

Este 22 ya no tengo nada que celebrar. Quizá los últimos aniversarios los celebraba sobre las cenizas de lo que fue una historia de amor, aunque nada de eso importa ya.

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Hoy es día veintidós de enero, y me siento totalmente feliz pensando en mí mismo hace ocho años. Fue un acierto ir a la Universidad después de estar en los Juzgados, y presentarme, sin vergüenza alguna, ante una universitaria que me sacaba veinte centímetros.

El atrevimiento de aquel día me ha traido hasta la persona que soy ahora, y hasta mi familia.

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