martes, abril 26, 2005

Infamia, y responsabilidad

Hoy voy a escribir dos post. Éste es el primero.

Lo que ha pasado con mi coche, y lo que está pasando con mi vida, y la íntima relación entre ambas cosas, es una putada.
El jueves, después de buscar por la noche el Kadett entre los caminos de un pueblo, con mi hermano y su novia, y pedirles yo que no quería buscar más, sino ir a casa cuanto antes porque estaba muy preocupado por mis hijos, no me encontraba bien. No pude dormir hasta las cinco de la mañana (cuando me había despertado también a las cinco de la mañana).

El viernes, no fui a trabajar. Fui a por el coche (finalmente, he subido una de las fotos a mi fotolog, para que podáis disfrutarla), y después, fui al médico. A éste le conté la mitad de lo que pasaba, y una décima parte de lo que pensaba. El hombre, con su buena voluntad, empezó a extenderme la baja, una receta de no sé qué, y a decirme que me quedara en casa una semana de descanso.
Me negué. Aún tengo más fuerzas que eso.



Desde el jueves, el surrealismo se ha apoderado de mi vida y circunstancias.

---

Hasta aquí, bien.

¿Quién es el culpable, a consecuencia de quién, están las cosas así? Soy yo.

Y no siento culpa, en el sentido peyorativo del término, ninguna. No me estoy echando males sobre mi cabeza. Sólo soy consciente de una realidad absoluta, que nadie me puede negar ni quitar: soy el dueño de mi propia vida.

No puedo evitar que pasen algunos sucesos en mi vida. Pero mi actitud ante esos sucesos (permitirlos, provocarlos, hacerles frente...) me concierne a mí.

Aquello que haya pasado, lo que está pasando, y lo que pase en el futuro, vendrá determinado, muy especialmente, por mi acción u omisión.

He de tomar decisiones, realizar acciones, marcar objetivos, y replantearme mis decisiones y actos, llegado el caso. No puedo demorarme más. Me siento cobarde, e irresponsable. Irresponsable, por no hacer uso de mi responsabilidad de actuación para hacer frente a lo que deba; cobarde, por tener miedo de las consecuencias que mi actuación pudiera tener.

Mirad. Lo que pasó esta semana pasada es infame (por lo que es, por lo que significa, por las consecuencias que está teniendo, y por lo que puede suponer en el futuro).

No puedo quedarme de brazos cruzados ante una infamia tal.

Una de las primeras consecuencias atenta, de frente, contra el bienestar de uno de mis hijos (en el estilo del bonito final de la historia de 'Piedrín'). Y no voy a ceder ni un solo paso en el bienestar de mis hijos. Tolerancia cero, que se dice ahora.

No habrá cesión, negociación, solución, diálogo, ni nada posible, que suponga un retroceso en la calidad de vida de mis hijos. No lo habrá. Si alguien que lea esto sabe exactamente de qué hablo (más si cabe si tiene capacidad de actuar) que todo el mundo lo tenga bien claro: no voy a pasar por retroceso alguno en el bienestar de mis hijos. No paso por ahí, y punto. Después de la infamia cometida contra el viejo coche rojo, se han acabado las consideraciones y cortesías inútiles. No habrá cesión.

Deberé aunar valor y responsabilidad. Como decía la canción que escribí hace unos días, más por ellos que por mí.

NOTA: Finalmente, he conseguido subir la foto al propio blog. Disfrutadla. Si alguien me lee y está preocupado por mí, pero no entiende qué está pasando y qué tiene que ver un simple robo de un coche con lo que cuento, podéis preguntarme por mail. Algunas cosas no pueden -por ahora- expresarme con claridad solar libremente.

No hay comentarios: