lunes, febrero 14, 2005

Barro y recuerdos.

El otro día, mi hermano se preguntaba, en un comentario a uno de los blogs que tengo enlazados por aquí, dónde están los días larguíííííííííísimos de la niñez.

Yo recuerdo que, cuando éramos pequeños, éramos totalmente felices. Supongo que en mi hogar habrían problemas (algunos nos han llegado al hacernos grandes, de otros sólo hemos tenido noticias, los últimos sólo los suponemos), pero nunca superaban una frontera: los niños del hogar (que en ese momento, éramos nosotros).

Desgraciadamente, no sé si seré capaz de mantener a mis hijos en el otro lado de la frontera, ahora que soy yo el responsable (o corresponsable). Pero esa es otra historia, y será contada en otra ocasión.

Ahora, iba a contar una de mis historietas con mis hijos. Ejem.

De pequeño, recuerdo con absoluta felicidad varios momentos de juego con la supervisión de mis abuelos.

Uno de ellos era conduciendo, sentados en las rodillas de mi abuelo, el viejo Seat 600, en un descampado con gravilla que hay al lado del embalse del Sichar (cerca de mi pueblo, Onda).
Mi hermano no recuerda que eso pasara, aunque yo puedo cerrar los ojos y verlo como si fuera ayer.
En ese mismo sitio puse, hace mucho tiempo, a mis dos hijos mayores al volante de mi desaparecido Rover 220 azul, sentados en mis rodillas (llegará el día en que ponga al pequeño, y elegiré el mismo sitio para 'bautizarle' en su conducción).

Otro de mis recuerdos es cuando mi abuelo nos llevaba a jugar a una obra cercana, y allí nos poníamos de barro hasta las cejas haciendo cuevas, montañitas y caminitos entre la arena, tierra y gravilla de las obras.

Estos días, paseando a los perros, hemos visto que al lado de nuestras casas (200 metros, como mucho) hay unas obras, y se enervan orgullosas una decena de montañitas de tierra húmeda; la que han sacado agujereando el lugar donde piensan hacer un parque.

Pero mi idea no es esperar a que el parque esté construido para jugar en ese mismo sitio.
Ayer mismo llevé a mis hijos a ponernos todos de barro hasta las cejas, saltar de montaña en montana y bajar restregando el trasero contra la arena. Nos lo pasamos pipa.

Es curioso pensar que ahora que soy padre y esas cosas, voy repitiendo todo aquello que viví como niño y de lo que guardo un recuerdo especial...
...como el llevar a los niños aquí y allá (aunque en todo esto juega un factor importante huir de la televisión -ver nota1-)
....o el hacer mil muñequitos, e incluso ciudades, de plastilina con ellos
....y esperen Uds. a que llegue el ratoncito Pérez (ejem)

Nota 1: El viernes mi hijo mayor se llevó su primera lección de educación sexual, que ya contaré en la siguiente entrada; todo vino a raíz de un libro de fotos de células del cuerpo humano, donde salieron un óvulo y un espermatozoide; y ésto, a su vez, vino de que estamos viendo en DVD aquello de "El Cuerpo Humano", de la serie "Érase una vez...." (y me doy cuenta de que en un capítulo de media hora de aquella serie hay más calidad televisiva para niños que en todo lo que hagan actualmente, en todas las cadenas y en toda una semana)

Nota 2: Esta semana, durante tres días (hoy, mañana y el jueves) asistiré a mis primeras charlas en la "Escuela de Padres y Madres" de Onda; en concreto, un psicólogo nos hablará sobre "Fer fills responsables" ('Hacer hijos responsables'), así que ya os contaré.

No hay comentarios: