viernes, julio 15, 2005

Separación y niños (IV): Comunicarles nuestros planes

Nuevo post. He estado estos días parado por una importante razón: acababan de traerme los muebles y poner unas rejas correderas de seguridad en las ventanas. Ahora el piso (por fin) está preparado para recibir a los niños y que se queden aquí a dormir.

Bien, nuevo post; me alegro de que haya a quien pueda parecerle útil lo que escribo aquí. A mí seguro que me será útil en el futuro recordar cómo planteé todo este tema. Y, sinceramente, a todos vosotros, más si cabe a los simpáticos “comentaristas”: espero que nada de esto os sea útil nunca… (es decir, que nunca os tengáis que plantear una disolución de pareja con niños pequeños). ;)

d) Conocer los modos y horarios del futuro: compartir con ellos nuestros planes.

Los niños han de saber la verdad de lo que hay, tener claro que no tienen la culpa (ellos nunca; y generalmente, nadie la tiene), y han de seguir su vida con naturalidad y normalidad bajo las nuevas condiciones.

Entre otras ventajas, todo eso les ayudará a sentirse seguros y queridos, aunque haya cambiado la situación. Pero aún falta algo para completar el círculo de información y actuación de nosotros hacia ellos.

El círculo se completa cuando les damos información a los niños sobre el futuro. Ellos tienen derecho a saber qué es lo que va a pasar. Vale, ya saben que mamá y papá dejan de vivir juntos, y que las normas de convivencia siguen vigentes. Pero… ¿cómo va a ser esa convivencia? ¿qué es lo que va a pasar exactamente a lo largo del tiempo?

No vale una frase ambigua de “viviréis con mamá y papá os verá algunos fines de semana”; ni “viviréis a veces con papá y a veces con mamá”. Dejémoslo lo más claro y cristalino posible. Que los niños sepan con exactitud cuándo estarán con papá y cuándo con mamá. Quién les recogerá del colegio y en qué casa dormirán cada día.

Estos días he hecho un calendario semanal-quincenal, con las tablas y bordes del Word (soy un vendido de Microsoft, i’m sorry). En el calendario ponemos en qué casa duermen cada día, a qué hora hay que recogerlos o dejarlos el uno a la otra y viceversa. Y si trabajamos o no, para saber cuándo y cómo cuida a los niños uno de los padres mientras el otro trabajo (o, si no fuera el caso, quien los tuviera que cuidar).

¿Para quién es ese calendario? Sería un error pensar que es sólo para uso de los padres. Es para uso general de la familia: los niños tienen acceso al calendario, pueden verlo, leerlo, y preguntar por éste u otro día.

Incluso, siempre que se mantengan las normas de convivencia y custodia compartida, los niños tienen derecho a pedir algún cambio en el calendario. ¡Ojo! Por ahora, los niños no pueden modificarlo a su antojo (mucho menos si es para algún chantaje emocional y esas cosas). Pero sí pueden opinar sobre el calendario.

Para entendernos: somos los responsables del horario y circunstancias de la vida de los pequeños; una de las claves para esa responsabilidad será ejercerla contando con ellos. No podemos mangonear su vida a sus espaldas. Ellos han de saber lo que va a pasar con su vida, y tienen derecho a que les escuchemos. A fin de cuentas, son algo más bajitos (no mucho más que yo) y tienen menos experiencia vital, pero son personas con tanta dignidad y derechos como nosotros, sino más.

Y no debemos centrarnos en un calendario a corto plazo. Han de conocer también las decisiones a largo plazo: qué pasará con los cumpleaños, qué con la Navidad, qué si se ponen enfermos. No de una forma detallada exhaustivamente (no podemos fijar planes concretos para dentro de dos años), pero sí unas líneas generales.

Esas mismas líneas generales que nosotros ya conocemos; sólo se trata de compartirlas con ellos.

Por supuesto, también han de conocer una característica general de su futuro: que ambos padres vamos a estar ahí y que pueden contar con nosotros. Independientemente de en qué casa estén. Si quieren llamarnos, o vernos, o compartir algún momento con nosotros, estaremos tan disponibles para ellos como antes (dentro de nuestra disponibilidad laboral y todo eso, claro).

No estaremos disponibles para que nos chantajeen emocionalmente. Pero es que eso del chantaje se dará en muy poca medida si les hemos enseñado a expresar las emociones y nos hemos preocupado de su estabilidad, autoestima y sentimientos.
Sí estaremos disponibles para compartir nuestras, y sus, experiencias.


NOTA: Falta un post para acabar con la mini-serie (por no llamarla plastoserie, aunque no era un nombre despectivo, me lo copié de Gorpik –creo- porque me hacía mucha gracia). Hasta ahora he hablado de la actuación de nosotros hacia los niños; el último post va de la actuación de los niños hacia nosotros. Lo escribiré esta noche, espero.
Y cuando acabe ese post, escribiré otro: el definitivo post de mi blog. Permanezcan atentos a sus pantallas. Je je.

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