viernes, junio 25, 2004

Noche de San Juan, y Tierra Media.

(NOTA) Tal vez este post sea demasiado friki, pero tenía que escribirlo; yo sé lo que pasó en realidad la noche de San Juan y lo que es fantasía, pero, si se lo preguntáis a alguno de mis hijos, no tengo muy claro que sepan qué pasó y qué no. ;-)


El miércoles, hacia las diez de la noche, llegamos E., los niños y yo a la playa de Castellón.
Era un día sombrío y gris en la Tierra Media, distinto de las jornadas precedentes, llegamos a la gran explanada junto al mar.

Sacamos los trastos, las toallas, nos tiramos en la arena, niños jugando con la arena, un montón de gente por allí divirtiéndose y preparando la hoguera.
Habían muchos valientes de Rohan apostados en la explanada; nosotros, montaraz, elfa y tres hobbits, montamos nuestra tienda de campaña.

A lo lejos (unos 500 metros), empezaba a arder la hoguera municipal -del Ayuntamiento, se supone-, de grandes dimensiones. Algunas hogueras ya ardían cerca de nosotros.
La mayoría de los hombres ya cogían fuerzas y ánimo ante el fuego que habían encendido. A lo lejos, ardía una gran torre, entre muchas figuras semihumanas borrosas: eran los orcos de Mordor, que se acercaban para la gran batalla.

Sacamos unos sandwiches (queso, paté, fiambre) para nosotros y los niños, como cena del día.
La elfa sacó de su bolsa de viaje varios trozos de lembas, pan élfico, regalo de Galadriel de Lothòrien, y lo repártió para ella, el moontaraz y los hobbits: debíamos estar fuertes para la batalla.

Se hizo del todo de noche; y con ello, llegó una banda de tambores (dolçainers, o como se llamen), que sonaron y se juntaron con la hoguera municipal.
La oscuridad y la sombra cubrieron nuestro cielo; comenzamos a oír los tambores de guerra de los orcos, viendo marchar a una gran fila de siervos de Sauron hasta la torre en llamas.

Los niños, mirando al cielo, descubrieron dos luces que se movían, intermitentes: dos aviones sobrevolaban la playa de Castellón.
Descubrimos, en lo alto del cielo en su inmensa oscuridad, a algunos de los Nazgul, en sus bestias aladas, espectros enviados por Sauron en búsqueda del Anillo.

Al rato, vinieron mi hermano, con su novia y un amigo, a bañarse con nosotros en la playa la noche de San Juan.
Los elfos de Rivendel no nos habían olvidado, y habían enviado guerreros elfos, en honor de la Última Alianza entre hombres y elfos.

Fuimos a dar una vuelta mi hermano y yo con los niños a ver las hogueras que estaban cerca. En especial, una grandota que teníamos detrás.
El montaraz, junto a los hobbits y uno de los elfos de Rivendel, revisamos las tropas y les infundimoa ánimos y esperanzas; entre ellas, saludamos con pleitesía al Rey Théoden, cargado de esperanza junto al fuego.

Se hicieron las doce de la noche; sonó un petardo, inicio del castillo de fuegos que se había preparado. Volvimos a nuestro sitio, y mi hermano y compañía se fueron a bañarse.
Comenzó la batalla. Corrimos hacia el resto de elfos y hobitts. Los elfos de Rivendel marcharon a luchar por la justicia.

Toda la gente que había por allí se levantaba para ir a mojarse en las olas, mientras, seguían los petardos y el castillo de fuegos artificiales. Gente gritando y saltando en el agua, los tambores sonando.
Todos los guerreros marcharon a la batalla; los hobbits se impresionaron al ver a tanta gente marchar, apesadumbrada pero esperanzada. El cielo se teñía de colores y de sangre, se oían gritos y lloros, los orcos hacían sonar sus tambores. Estábamos en medio de la gran batalla contra el mal.

Pim, pam, pum, con un gran estruendo acabó el castillo de fuegos artificiales, y la gente volvía de la playa, y aplaudía el final de los petardos.
Muchas explosiones, y el aplauso y alegría de los guerreros de Rohan, nos trajeron la buena nueva: se había derrotado a los orcos, se había destruido con una gran explosión la torre maléfica que ardía, y volvían nuestros valientes elfos y hombres de la batalla.

Mientras mi hermano y compañía se quedaban a los niños, fuimos a mojarnos los pies en el agua E. y yo.
El montaraz y la elfa fueron a recibir a los últimos combatientes victoriosos, mientras los hobbits se quedaban festejando la victoria con los elfos de Rivendel.

La hoguera municipal se apagaba; y nosotros, nos volvíamos para casa.
Contemplamos la destruida torre de fuego maléfica; cumplido felizmente nuestro destino, llegó la hora del adiós. Retornaban los hobbits a la Comarca.

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