lunes, agosto 23, 2004

Agua, fonemas y papagayos

Llega otro lunes tras un movidillo fin de semana; os hablaré un poco de este fin de semana, en el que, una vez más, los protagonistas han sido los niños (afortunadamente).
.
Y eso que el viernes por la noche, vimos en mi casa, en DVD (mi hermano, yo, y las dos que nos acompañan), la película japonesa Ringu (peli de la que la famosa The Ring es un remake). No está mal, aunque hay que admitir que la americana da más miedo (pequeños detallitos que te dan miedo, por que lo que es la trama, es igual en una y otra).
.
Y el resto del fin de semana, niños. Acompañado por mi hermano y mi cuñada (la madre de los niños trabaja los fines de semana), el sábado fuimos a remojarnos en el río (zona del Alto Mijares). El mayor se atreve a meterse donde cubre agarrado a su flotador, y, moviendo un poco las manos y los pies, sabe desplazarse. No es que sepa nadar, pero es que hasta este agosto no se había mojado más que en la piscinita de niños de casa (que no llega a 20 cm de profundidad). El pequeño aún tiene algo de miedo, y sólo se moja los pies. Y el mediano se mete, pero abrazado todo el tiempo y hasta la barbilla.
No sé si los estoy metiendo mucho o poco; lo que sé es que me niego en redondo a que hagan lo que hice yo: aprender a nadar pasados los 12 años, porque mi madre tenía miedo a que nos ahogáramos o algo así (lo que tiene mucho sentido: si tienes miedo de que a tu hijo le pase algo en el agua, lo mejor es que no sepa nadar...). Este verano no aprenderán a nadar (les quedan dos semanas para ir al colegio), pero no pasará de siguiente. He dicho.
.
Entre el viernes y el sábado, seguimos con la lectura de cartilla según el método silábico. Le tocó el turno a las grafias za, ce, ci, zo, zu. Recuerdo cómo cuando era adolescente me gustaba la política, y no sabía yo si dedicarme a la abogacía o a la enseñanza. Finalmente me decanté por la abogacía, y estoy contento de mi elección. Pero lo cierto es que, ayudando al niño a leer, a los tres niños a pintar, y leyendo o escuchando cosas sobre educación, disfruto como un enano. No me dedicaré nunca a ello, pero al menos me lo pasaré pipa ayudando a mis hijos con los deberes (y espero que salgamos ganando todos de esa situación).
Tras todo esto, llegamos al sitio estelar del fin de semana, visitado el domingo por la tarde: el Jardín del Papagayo, en Benicarló. Vimos a un montón de loros, cotorras, tucanes, cacatúas y demás variedades de pájaros de ese estilo, además de algunos canguros y reptiles; un show donde los loros iban en bicicleta, daban volteretas o se tiraban por un tobogán. Y les dimos de comer pipas y nos los subimos en el brazo o en el hombro. Todo muy divertido (ya tenemos el sitio anotado para posible visita anual con niños).
¿Lo mejor? Ver a los niños acariciar a loros o darles comida, con su carita sonriente de extraordinaria ilusión. Pasamos la tarde haciendo cosas nuevas, se divierten, te diviertes, aprenden... en resumen, una buena idea (y por si alguien lo piensa, la respuesta es no; no tengo nada que ver con el tal jardín ni me llevo comisión; pero uno está tan acostumbrado a que los planes estivales salgan mal, que por una vez que están saliendo bien, pues habrá que alegrarse, digo yo). Podría comentar otras 'episodios fin-semanales', como el castillo de los mounstros, las clases de baile o los muñecos hechos con clips, pero no voy a aburriros más. ;-)
...
Hoy, lunes, voy a batir mi récord de jornada laboral desde que trabajo en Valencia: he llegado a las 7 y media, me iré casi a las ocho, superando las doce horas desde la entrada a la salida (descontando lo que gaste para comer, claro). Y que conste que estoy la mar de pagado, la mar de contento y la mar de activo en mi trabajo. Gracias a este fin de semana, por supuesto (y no sé lo que he hecho para merecérmelo, pero esto está siendo la tónica general).
Sigo trabajando, que ya os conté el fin de semana. Mañana no voy a trabajar (permiso por temas de salud), y esta noche escribiré un post especialmente dedicado. Hasta entonces!

No hay comentarios: