lunes, agosto 09, 2004

Pequeños buenos detalles

Hoy lunes me he despertado agusto. Un poco tarde (he perdido mi tren, he cogido el siguiente y he llegado tarde al trabajo...), pero agusto. Ha sido un buen fin de semana.
El jueves por la tarde, el plan entre mi hermano, mi cuñada y yo para hacer la Romería del Santísimo Salvador de Onda con los tres niños (su madre trabajaba), salió a la perfección. Incluso por parte de los niños, que aguantaron los cuatro kilómetros de subida a la ermita como si de una aventura se tratara.
El viernes (me había pedido día libre en el curro), lo iniciamos comprando regalos para todo el mundo (los niños y yo), y lo acabamos merendando en casa de mi hermano celebrando su 32º cumpleaños. Llorosos los dos, tras ver mil fotos antiquísimas (algunas las habíamos perdido en la memoria y todo, con algunos de nuestros amigos irreconocibles), y escuchando un disco de plato con canciones del osito Misha, los Barbapapás, Casimiro o ¡Belfy y Lillibit! Sniff...
El sábado por la tarde, fui acompañado de mis dos hijos mayores al fútbol (hacía casi medio año que no iba, pero ésta es una circunstancia que voy a enmendar esta temporada), a la presentación de mi equipo, el C.D.Onda. Y colgué la portadita de lo que será mi web del equipo (no os digo la dirección, que muy poquita cosa hay aún).
Y el domingo, sección de piscina, flotador y natación por la mañana (con los críos), y sección de cine (El Retorno del Rey) con visita familiar por la tarde.
En realidad no hicimos nada muy especial, ni muy mágico ni esplendoroso: sólo nos limitamos a hacer lo que queríamos y pasárnoslo bien. Y el resultado es que lo hemos conseguido: los niños y yo nos hemos divertido como enanos.
Y, en esta ocasión, hay un plus: todo el tiempo parecía que el destino quisiera fastidiarnos la gracia. Posible lluvia el día de la romería, se nos engancha el carro, dificultades para quedar en el cumpleaños, casi sin entrada para el fútbol, etc etc, además de innumerables pequeños malos detalles o malos rollos de esos que te pueden echar por tierra un buen día.
¿Y qué hicimos? Sonreír, tomarse todo con humor, tirar p'alante y pensar en pasárselo bien juntos. Y dejar a los pequeños malos detalles como están: como detalles, y pequeños (y si no les miras, pequeñísimos). Y a los pequeños buenos detalles como deben estar: hacerles protagonistas de la velada, y verlos grandotes.
A ver si el secreto va a estar por ahí.
;)

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