miércoles, agosto 04, 2004

Yo contra yo-niño (bis)

He encontrado una cita en internet: "Un niño es la verdad con la cara sucia, la sabiduría con el pelo desgreñado y la esperanza del futuro con una rana en el bolsillo".
No salí tan mal parado al enfrentar mi 'vida y circunstancias' actuales a mi yo-niño. Sigo siendo idealista, pensando que las personas son buenas en general, y disfruto jugando, leyendo, modelando plastilina. Aunque, eso sí, he perdido muchas batallas, y he gastado muchas fuerzas en aquellas ilusiones o por aquellos ideales. Muchas de mis ilusiones las he abandonado, y otras las he perdido, pero tras haber luchado por ellas.
Cuando tienes una ilusión, luchas por ella, pero no llegas, no te han derrotado. La derrota es abandonarla, no perder en la batalla por conseguirla.
Aunque también es cierto que me he vuelto mucho más práctico. Pragmático. Y todo (o casi todo) en mi vida se regula por unos horarios y acciones que no son muy de niño, ni de la concepción del mundo de un niño.
Pero no lo tengo perdido: soy capaz de llegar a esconderme en un rinconcito del mundo y buscar algo de la magia, juego e ilusión infantil. Aunque no soy capaz de hacerlo solo: lo puedo hacer sólo con mis hijos, y gracias a ellos.
En alguna ocasión leí que a algunas personas, el tener hijos provoca que 'resucite' su alma de niño. Últimamente me siento así con ellos, y creedme, es una bendición.
NOTA: Han pasado muchas cosas en los últimos 18 meses, alguna vez lo he comentado en el blog. Mi respuesta personal a enfrentarme con mi "yo-niño" es positiva; pero lo es ahora, cuando, al final de mi travesía del desierto, mi vida se llena con mis hijos de una forma especial. Muy posiblemente (no, no posiblemente: seguro del todo, mejor dicho), mi "yo-niño" me hubiera vapuleado hace un año, y hace dos, y hace tres.

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