viernes, noviembre 26, 2004

Segundo domingo, confeti y petardos (Fira d'Onda, parte IX)

El domingo se acabó el mes de octubre, y con él, las fiestas de Onda.

Por la mañana hay otra Misa Solemne, varias inauguraciones culturales y algunas entregas de premios deportivos, entre otras cosas. Durante cuatro años he ido a todo eso, como concejal. No digo que no tenga su interés y su gracia, pero mis fiestas en este año son las de mis hijos.
Así que por la mañana, hicimos muy poca cosa. Levantarnos, desayunar todos juntos con toooooda la paciencia del mundo, e ir a pegar una vuelta por el pueblo.
Antes de comer, nos pasamos un minutillo por el casal de mi hermano (yo, mi mujer y niños) para observar con detenimiento otro de los grandes espectáculos de estas fiestas: mi hermano fregando y limpiando el suelo del casal.

Por la tarde, la última parte de toda la animación infantil que hacían este año.
Se trataba de una especie de showman, un argentino en plan malabarista-comediante, que divertía a los niños con sus juegos malabares, y a los mayores con sus palabras cagadas (a veces) de intención. Además, hacía participar un poco al público, o hacía comentarios jocosos sobre los transeúntes. Nos divertimos, los críos y los grandes (y yo, que ni soy crío ni soy grande).
Y con el final del showman argentino, cumplí mi objetivo: llevar a los niños a todos los expectáculos que hubiera, aprovechar tanto como pudiera estas fiestas para pasarlo bien con ellos. :)

Se hizo de noche (más pronto que lo habitual, ya que ese día amaneció con la hora atrasada), y llegó el acto final de las fiestas:

Desfile de carrozas, traca, y Castillo de Fuegos.

En el desfile de carrozas, desfilan carrozas (ejem...). Encima de las carrozas van otros niños, las reinas y damas infantiles y mayores de las fiestas, etc. Y entre carroza y carroza, van agrupaciones folklóricas (bailadores de jotas, pa' entendernos), moros y cristianos, la asociación de templarios de Castellón, etc. Y fin del desfile con la Banda Local de Música.
Por cierto, que desarrollé una teoría en base a lo siguiente: la chica que iba disfrazada de morita estaba para mojar pan, mientras que las cristianas eran respetables señoras en su madurez física. Mi teoría es que eso no era debido a la casualidad, sino a las perversas intenciones de Ben Laden.

Y, para amenizar el desfile, reparten bolsas gigantes de confeti, que los críos tiran a las carrozas (y las carrozas a los críos). Yo me iba apropiando de confeti, e iniciaba una guerra particular con mis hijos, y ellos contra mí. Cuando acabó el desfile, la guerra pasó a ser de todos contra todos (yo, mi hermano, su novia, un amigo, y los niños). Recogiendo a puñados el confeti de la calzada para tirárselo a la cabeza al que estuviera más cerca. Estuvimos así como media hora; luego nos salía confeti hasta en el estómago (que alguno se coló en la boca), pero fue de los momentos más divertidos de la Fira.

No quise quedarme a ver la traca ni el castillo desde la plaza del centro del pueblo, ya que mi hijo mediano tiene algo de miedo a los petardos. Así que nos subimos a casa (que está a un km. del centro, dentro del núcleo urbano pero en las afueras) a verlo.
Cuando vivía con mis padres y mi hermano, siempre nos subíamos a la terraza del edificio de plantas (de seis alturas) donde vivíamos, a ver los cohetes de cerca (casi casi los podías tocar con las manos).

Cuando explotaba el último petardo, bajábamos a casa, y uno se hacía un resumen mental de las fiestas. Se había acabado la Fira d'Onda por ese año, que desde el punto de vista infantil que yo tenía, era larguísima y divertidísima. El último petardo nos decía "hasta pronto!", esperando otras fiestas.
Luego, pasó a ser divertida y larga, pero de un punto de vista adolescente-juvenil. La imagend e la Fira estaba algo distorsionada, debido a las cantidades industriales de alcohol que nos metíamos en el cuerpo esos diez días.
Estos últimos años, hubo incluso una Fira que casi no celebré, por culpa del trabajo. Tampoco me interesaba mucho, era un engorro, no iba a salir, y había mucho ruido y sin posibilidades de aparcar.
Últimamente siempre había un punto de melancolía en ese último petardo, que nos decía que habían pasado unas fiestas más, un año más. Dicen que nunca se disfruta tanto, y con tanta ilusión, como cuando se es niño; casi daba por cierta esa expresión.
Este año, el último petardo sonó mientras estaba con mis tres hijos, todos en pijama y batín, sentados en la acera contigua a nuestra casa. No hubo punto de melancolía, el petardo final vuelve a despedirse con un "hasta pronto!" de mis hijos.


1 comentario:

Confeti Valencia dijo...

Hola, os dejo informacion sobre confeti para fiestas. Saludos. http://confetivalencia.blogspot.com.es/2012/10/confeti-fiestas-valencia.html